martes, 15 de febrero de 2011

DESPIDIENDO A SOLEDAD

Hoy soledad es compañía…un amigo que ya no está porque lo he echado; una noche llena de gente, que solo llena el vacío de más ausencia; un amanecer con soledad sabiendo que ya no quiero amanecer.

Una carta que moja un alma ya seca, porque ya no puede llorar; una vida de locos tan llena de locura que de hasta de cordura pienso morir; un pañuelo lleno del rush de los labios más ricos de la vida; un beso ajeno que a la vez es tan mío, y al instante ya es de otro que lo supo valorar más.

Una soledad que desgarra desde la compañía de miles de noches con distintas soledades, cada cual con un nombre diferente. Duele ser suplente, pero más duele negarse a ser titular…por miedo al compromiso sentimental de terminarse enamorando. Y es soledad la que me llena de ausencia siendo mi compañía; es el amor que buscando se esconde y al encontrarlo soy yo el que se pierde en absurdos sueños de falsas compañías.

Noches de frío tan calientes que uno al final se termina congelando; noches ardientes de puro fuego que son guarida de pingüinos al amanecer. Y soledad siempre ahí, expectante; como susurrando la realidad que me niego a oír; como queriendo despedirse para dejarme soñar, y soy yo el que se niega a volar. Siempre ahí, como la luna, siendo testigo de la decadencia de mi corazón; gritando en el silencio de la ausencia, que estando solo ni ella podrá hacerme compañía.

Y ayer no podía hablar…y hoy soy solo palabras sueltas, que agrupadas forman frases bonitas que adornan una mentira tan dulce que hasta el más santo quisiera creer. Hoy soy todo infierno y edén a la vez; soy solitario y ajedrez; tu abogado, tu ladrón y mi juez. Tu destino y hasta el asesino de los días venideros que aun no pudiste vivir. Soy la soledad más pura y como soledad busco hasta morir tu compañía.

Hoy la luna es nuevamente testigo de la promesa que te hice y casi no quisiste escuchar; hoy nos anclamos en la sombra de un árbol que no da sombra porque aun es muy joven. Tan joven como el amor que aun no está con nosotros y nos propusimos no nombrarlo; joven como los besos que aun no quisimos madurar; púber como lo nuestro, que lleno de un pasado del que adolecemos, nos inunda de presente y nos implora crecer.

Y otra vez soledad en mi cuarto empacando su valija. Otra vez con su beso en mi mejilla deseando no volver jamás; deseándome que sea feliz y que su reemplazo sea eterna compañía. Y la despido entre abrazos y lágrimas llenas de sueños por soñarse. Hoy, otra vez, la luna nos ilumina mientras nos besamos; mientras que soledad viaja siempre solitaria queriendo no volver, pero sabiendo que es mi amante eterna; que jamás la olvidaré y que ella tampoco podrá hacerlo.


Promesas de un universo inexistente, que sueña en ser la más tangible realidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

buscando el poema reir llorando encontré tu blog... destino, quizás!!!?? muchas de tus publicaciones me han llegado de cierta manera!... buen blog! :)