Dicen que es en la derrota donde el fuerte demuestra su fortaleza y se habré camino entre lo difícil del fracaso; cegado por sus ansias de victoria y enajenado de bronca, arremetiendo sin pensar en otra cosa, que llegar hasta donde ni el mismo se imagine.
Dicen que el llanto de dolor y la impotencia de sentir que “no se puede”, son los aliados más fieles de la derrota. El “no puedo” no existe…no hay enemigos invencibles, ni montañas no escalables; no hay metas no alcanzables, solo hay miedo y titubeo al hacerlo. La victoria está al alcance de los que la quieran alcanzar…pero es inalcanzable para aquellos que sienten que es demasiado grande y claudican aun antes de haberlo intentado
Dicen que es mordiendo el polvo donde uno reconoce y revaloriza lo grandioso de la meta; y que desde lo funesto de saber que se está vencido, sacar fuerzas aunque ya no las haya, para no claudicar y solo salir victorioso de ese polvo que solo debe recibirte de a momentos.
Dicen que en la agonía de la muerte uno se esmera, aun ya muerto, por no expirar; y prolongar aunque sea instantes ese hilo de vida; con el único objetivo de vencer a la muerte aunque sea unos segundos. Y aun sabiendo que el fin se avecina, hasta el último suspiro dar batalla y jamás perecer.
Dicen que el sentimiento más horrible y desgarrante es vivir la derrota desde la culpa, sintiendo que no se hizo lo necesario para ganar. Dicen que cuando uno entrega hasta la vida por su objetivo, el resultado ya no importa…que el consuelo de haber hecho lo necesariamente imposible por vencer, es remedio y cura contra el sentimiento de sentirse vencido…
Dicen que la derrota no es una opción…y que solo con el corazón uno enfrenta los miedos…mueren de a pocos esos ecos que se esconden en el alma…es que el guerrero está en calma a la hora de pelear…no importa morir; la victoria hay que alcanzar.
Dicen que saber perder es también aprender que en la derrota se puede ganar, y que quizás es perdiendo donde el corazón verdaderamente se fortalece y aprende a abatir los golpes que le da la vida.
Dicen que no existe perder si lograste hacerlo con honor y sentirte orgulloso de haber sido el perdedor, pero consolando ese grito de dolor con la realidad de haberlo intentado. Morir en el intento es mejor que vivir sin haberlo hecho.
Dicen que la derrota agoniza en las ganas de revancha y que termina muriendo en esas ganas locas de volver a intentarlo, con la mente solo puesta en ganar y lograr el objetivo propuesto.
Dicen que el llanto de dolor y la impotencia de sentir que “no se puede”, son los aliados más fieles de la derrota. El “no puedo” no existe…no hay enemigos invencibles, ni montañas no escalables; no hay metas no alcanzables, solo hay miedo y titubeo al hacerlo. La victoria está al alcance de los que la quieran alcanzar…pero es inalcanzable para aquellos que sienten que es demasiado grande y claudican aun antes de haberlo intentado
Dicen que es mordiendo el polvo donde uno reconoce y revaloriza lo grandioso de la meta; y que desde lo funesto de saber que se está vencido, sacar fuerzas aunque ya no las haya, para no claudicar y solo salir victorioso de ese polvo que solo debe recibirte de a momentos.
Dicen que en la agonía de la muerte uno se esmera, aun ya muerto, por no expirar; y prolongar aunque sea instantes ese hilo de vida; con el único objetivo de vencer a la muerte aunque sea unos segundos. Y aun sabiendo que el fin se avecina, hasta el último suspiro dar batalla y jamás perecer.
Dicen que el sentimiento más horrible y desgarrante es vivir la derrota desde la culpa, sintiendo que no se hizo lo necesario para ganar. Dicen que cuando uno entrega hasta la vida por su objetivo, el resultado ya no importa…que el consuelo de haber hecho lo necesariamente imposible por vencer, es remedio y cura contra el sentimiento de sentirse vencido…
Dicen que la derrota no es una opción…y que solo con el corazón uno enfrenta los miedos…mueren de a pocos esos ecos que se esconden en el alma…es que el guerrero está en calma a la hora de pelear…no importa morir; la victoria hay que alcanzar.
Dicen que saber perder es también aprender que en la derrota se puede ganar, y que quizás es perdiendo donde el corazón verdaderamente se fortalece y aprende a abatir los golpes que le da la vida.
Dicen que no existe perder si lograste hacerlo con honor y sentirte orgulloso de haber sido el perdedor, pero consolando ese grito de dolor con la realidad de haberlo intentado. Morir en el intento es mejor que vivir sin haberlo hecho.
Dicen que la derrota agoniza en las ganas de revancha y que termina muriendo en esas ganas locas de volver a intentarlo, con la mente solo puesta en ganar y lograr el objetivo propuesto.
La derrota no vence a la victoria, solo la demora.