
A veces cuando no hay salidas, las horas son siglos; y solo se espera a la noche para que nos pueda estimular; ¿como explicar el sentimiento que no se siente, sino que solo se ansía o solo se imagina? ¿Como explicar que el fin es el principio y que el principio de la línea es su propio fin?
Así paso mis días, esperando a que los años me hagan reaccionar o tal vez solo esperando que Dios golpee mi puerta y me marque el camino correcto. Hago como que nada pasa y pienso en el tiempo, para que me oculte todo lo que me perdí, por volar por las noches a ese mundo imaginario. Mi nave inhalatoria se estrella contra mi agonizante exhalación. Y de ella solo quedan amaneceres exhaustos y mañanas desperdiciadas convertidas en tardes de resaca.
El mundo me alberga de un modo tan ilusorio, que a veces me siento en un albergue transitorio. Las rayas de mi destino colisionan contra la pared de mis posibilidades; las ideas se me van; es que por años me he fumado las neuronas y con ellas he hecho los cócteles más explosivos. El alcohol me secó la razón y la razón se me perdió en el fondo de un vaso. Sé que no me la tomé…quizás solo se ahogó.
Mil rayas me hicieron reír y esas mismas rayas hoy me hacen llorar. Con ellas conocí el paraíso y el infierno; vi la cara de Dios y jugué al pocker con Satanás; jugué a ser astronauta y a conquistar la luna. Años me tomó darme cuenta que en realidad yo no era el conquistador sino el conquistado.

Lo caro de rescatar al mundo por un vuelo más; el mandamiento divino de solo buscar lo que no se busca sino que por desgracia te encuentra solo. Y así de solo, y cada vez más solitario, sos el amante de la noche y el amo oculto de tu propia perdición.
Las noches ya no son noches…los días no son claros…la vida se extingue a medida que van pasando las rayas…y te convertís en nadie. Pasás de ser lo que eras, a ser tan solo un extraño que ni vos mismo conocés. Te convertís es polvo…te convertís en nadie.
Te convertís en sombras.