En este mundo tan perdido y tan abstracto, dejaron de importar aquellas cosas que nunca debieron dejar de importar. Se perdieron, casi sin notarlo, las cosas más simples que nos hacían tan complejos. Se perdió el amor, se perdió la palabra, se perdió el orgullo, la intimidad, la fe. Se perdieron los valores, los principios, las buenas costumbres. Se fueron aquellas cosas simples y le dimos lugar a las formas superfluas, abstractas, y llenas de falta de sentido.
Se perdió la familia…que hoy se construye en noches de calor, colmadas de placer, pero carentes totalmente de proyecto. Se concibe una familia, de un día para el otro por calentura; y se la aborta a la semana entre violencia conyugal, divorcios y edictos judiciales. Se perdió el proyecto, se perdieron las ganas y se desacredito aquello, hoy tan utópico de: “Hasta que la muerte nos separe”.
Se perdió la palabra…hoy todo se firma y para todo un testigo casual o uno fashon etiquetado como escribano. La palabra dejo de ser un testamento, para convertirse en tan solo “cosas que se dicen” y como palabras “se las lleva el viento”. Dejamos de confiar hasta en nosotros mismos y siempre estamos esperando el revés del homónimo, más que su caricia.
Se perdieron los viejos y con ellos sus enseñanzas…hoy nadie los escucha, son un peso y una bolsa de problemas. Se los amontona en corralones para ancianos, que disimulamos bajo el nombre de geriátricos. Se perdió la necesidad y el deber de acompañar a los viejos en sus últimos pasos, como ellos nos acompañaron a nosotros en los primeros. Se perdieron los padres, se perdieron los hijos y se perderán también los nietos.
Se perdió el amor…hoy ya no nos enamoramos; sino que por miedo a estar solos, en espera del verdadero amor, nos dejamos acompañar por la costumbre del malicioso dicho “peor es nada”. Y así pasan nuestros días, entre brazos que no nos abarcan, ni nos aprietan lo suficiente. Nos escondemos de la soledad y somos amantes de la costumbre por miedo a un cambio que nos haga estar solos, pero al menos “no mal acompañados”.
Hasta perdemos la vida, y no hablo de morir…sino de lo que es peor: estar muertos mientras la vida es lo que nos sobra. Vivimos el día a día como hipnotizados por lo cotidiano; el mañana será igual al hoy y seguramente igual al ayer. Se nos pasa la vida entre anhelos que no llegarán, ya que no los buscamos lo suficiente. Se escapan los sueños que solo soñamos y negamos hacer realidad. Se escapa el mañana viviendo un eterno hoy que no nos lleva a ningún lado. Nos perdemos en nosotros mismos y no hacemos nada para hallarnos.
Todo se pierde para ya no recuperarse…el día que pasó ya no vuelve; el amor que se va es difícil que regrese…la vida se extingue mucho antes de expirar, mientras creemos que estamos vivos respirando.
1 comentario:
Cuando sos chiquito y lloras por perder un juguete las mamas siempre dicen lo mismo... "no te preocupes, vas a ver que cuando menos te lo esperes aparece". Si lo pensamos un poco tal vez sea así, tal vez las cosas no se pierden nunca, solo están "escondidas" pero, como en la vieja historia del juguete, esta en nuestras manos ordenarnos y encontrarlas.
A veces aceptamos la realidad por inercia, por miedo, por pensar.. "¿quien soy yo para cambiar las cosas?", pero mi estimado amigo, todo se puede. Tal vez no pueda cambiar el mundo pero si puedo cambiar "mi mundo" y eso no es poco. El futuro es el hogar de nuestros mas grandes miedos y nuestras mas grandes esperanzas, así que no queda otra que soñar, que creer en lo que uno piensa que es correcto, que ir contra la corriente si es necesario.
Y si aun así te sientes desanimado puedes pensar en esa cancion que dice... "you may say I`m a dreamer but I`m not the only one"
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