Juramos una vez que la salud de nuestros pacientes sería por siempre la primera de nuestras prioridades. Juramos que jamás nada se interpondría entre el paciente y nuestra desinteresada ayuda: ni religión, ni raza, ni idea político, ni nada…
¿Qué nos pasó? ¿Se estarán aprovechando de nuestra vocación de ayuda al semejante? ¿Cómo llegamos hasta el hoy?
Hoy somos máquinas de atender individuos, pudiendo solamente diagnosticar enfermedades y ya no tratar personas enfermas. Teniendo minutos para abordar al enfermo, ya que hay otros muchos enfermos esperando nuestra ayuda. Deshumanizando el acto médico en ver, interpretar y recetar para curar. Olvidándonos de oír al que nos quiere hablar y que quizás solo eso necesita…pero no hay tiempo. Otra ambulancia se avecina y otro enfermo nos necesita; y este que estamos atendiendo dejo de ser importante. ¿Dejo de ser importante? ¿O tuvimos que elegir, priorizando gravedad, al individuo que más nos necesitaba? ¿Esta es la medicina que queremos?
Ah! y eso si!...prohibido equivocarse!!! Seguramente estaremos siendo muy bien espiados por nuestros carroñeros cuervos que, vilmente, están agazapados esperando nuestro error, para venir sobre nosotros en busca de esa carroña que los hace sobrevivir en un mundo tan de mierda.
Todos ven el problema y todos son cómplices de nuestra decadencia. A nadie le importa que no durmamos vigilando la vida del que descansa enfermo. A la madrugada el enfermo viene buscando a DIOS y le exige perfección, predisposición y buena onda como al principio de la jornada. No importa que este ser de guardapolvo blanco no este bien comido, ni descansado, ni que el estrés de 24 horas de guardia lo hagan estar, simplemente muy cansado; “debe lucirse como el mejor de los actores, sin encontrar para su mal remedio”. Y así sobrevivimos, pagando seguros de mala praxis por miedo a fallar; acostumbrándonos a dormir segundos y que eso rinda para estar las 24 horas despierto y bien lúcido; comiendo de a ratos cuando los demás duermen: desayunamos, almorzamos y merendamos a la misma hora (por lo general a la siestita cuando la gente viene menos) tipo 3 de la tarde; y cenamos a las tantas de la madrugada cuando la gente se acuerda de dormir y solo “caen” emergencias.
Esta vida y este laburo con tantas responsabilidades seguramente debería estar re bien pago…pero NO. Otra vez el sistema se ríe de nosotros, y el capital prioriza el costo al beneficio y nos pagan por vivir mal una miseria. Cobramos menos que un camionero o que un colectivero…ni me quiero acordar la cantidad de noches que pase despierto estudiando para perseguir esa vocación de ser médico; ni me quiero acordar los sacrificios que hice para hoy vestir, mi desvalorizado, guardapolvo blanco; ni me quiero acordar lo que me costo llegar.
Hoy solo me alimenta el hacer mi vocación, el ayudar al semejante y sentir que mí actuar, trata de hacer de esta una sociedad mejor. Hoy solo me queda el “gracias” del paciente. Hoy aunque la sociedad solo me reclame, jamás me dé, y solo me exija…trato de seguir adelante con ese juramento que hice por mi honor: y que la salud de mis pacientes sea la primera de mis prioridades.
En honor a mis muchos colegas que se despiertan con el: "Dr.: tiene un paciente" y se van a dormir sabiendo que no podrán hacerlo.
1 comentario:
Garrik , cuanta verdad en tus palabras .
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