Otra vez de la oscuridad a la luz. Otra vez
destapando el corazón, para abrirlo al sol de tus rayos. Otra vez sonriendo en
tu sonrisa y otra vez reflejado en tu mirada. Otra vez escuchando la música del
amor y desvistiéndote con ella. Otra vez, como hace mucho tiempo…juntos.
Idas y vueltas por el arco iris de la vida; de
colores cálidos, a los tonos más oscuros y desde hace segundos…otra vez en el
calor más acogedor de esos colores que nos iluminan y nos llenan de alegría. Si
la despedida era no vernos más, quizás nunca nos despedimos del todo; sino que
solo decidimos dormirnos en lo absurdo de la razón, y no escuchar al corazón
que dejó de gritar, para permitir que el silencio del egoísmo hiciera su
trabajo.
¡Pero que sotreta este cabrón! Que hizo silencio pero nunca dejó de hablar. Mientras nos veía alejarnos, nos visitaba de a ratitos para contarnos con las letras del viento…que íbamos en la dirección incorrecta. Con recuerdos de momentos únicos compartidos…con lugares remotos atesorados entre nuestras arterias…con música compartida que desgarraba el alma al ser escuchada sin el otro…con paisajes hermosísimos en los que no estabas…con un camino de “otros” que aunque compartíamos, en el fondo sabíamos con cada latido, que el corazón no le pertenecía a ese nuevo guía.
Y como burlándose de la voluntad de ambos, el
titiritero del alma nos volvió a enfrentar a ese ayer del que quizás nunca nos
fuimos del todo. Estabas presente aunque yo no lo quería. Era mi amigo más
íntimo que me susurraba en el oído que no había un rumbo claro en mi nuevo
andar. Que transitaba en lo adrenalínico de la oscuridad sin destino. Que mis
noches sin tus labios eran solo noches repletas de nada. Que la luna me daba la
espalda al mirarla sin tus ojos; que no había estrellas en el firmamento que me
cubría…como si los astros demostraran su enojo a los que no van por el camino
correcto.
Y así como solo Dios sabe…la vida acomodó sus
montañas y mares para que los caminos en direcciones opuestas se junten en el
infinito. Y en medio de las murallas que me cegaron, y como burlándose a
carcajadas del tiempo…te volví a besar en medio del infierno que me acechaba.
Fuiste vos la que vino al corazón del infierno en el que vivo, y llena de luz
te presentaste de nuevo a rescatarme. Tanta razón sin sentido se desmorona en
el segundo de una mirada…tantas ideas absurdas se desvanecen al sentir tus
manos sobre las mías…tantos miedos gigantes se hacen diminutos entre nuestros
labios.
No te imaginás como te extrañaba mientras menos
te tenía…tu recuerdo me dolía en lo más adentro de los adentros. Recordar que
la última vez que fui feliz era hacia tanto; me llenaba de odio ya que era yo
el que había suicidado nuestros anhelos en busca de una vida más libre, que
nada de libertad tenía. No te imaginás las veces que te pensaba cuando la
inocencia de una niñez hermosa, te traía a mí bajo el título de “tía”. Era el
sotreta del tiempo, quien me castigaba el alma con cada recuerdo.
Y hoy de nuevo acá…otra vez bañándome con tu
sonrisa; otra vez cantándole al corazón tus canciones; otra vez silbando juntos
nuestras melodías; otra vez nadando
entre tus labios; otra vez respirando tu alma y ofreciéndote en un
suspiro la mía.
De acá a la eternidad; hasta que las almas sean
viento; hasta que ya no seamos dos; hasta donde no haya fin; hasta que ambos
seamos dos estrellas que iluminen el cielo de otros enamorados………
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