domingo, 28 de septiembre de 2008

AHÍ

Ahí donde el sol entra sin pedir permiso y su calidez lo inunda todo; ahí donde desconfiar rosa el absurdo, ya que la confianza es lo único palpable. Donde se muere como se vivió, y donde se está vivo estando muerto. En donde morir es parte del vivir y donde a la muerte no se le teme, sino que solo se le intenta demorar.
Ahí donde el violador es castigado con el peor de los castigos y el inocente no debe demostrar la verdad de su inocencia. Ahí donde perder es también ganar, ya que es en la derrota y en el error donde germina la semilla de querer perfeccionarse y donde el progreso mira titubeante el camino sinuoso, pero aun así quiere recorrerlo.
Ahí donde la individualidad grita “hay equipo”, y donde los equipos gritan “competir” y no “ganar”. Donde el “yo” sede un espacio para el “vos”; y juntos edifican y enarbolan la bandera del “nosotros”. Ahí en donde la solidaridad haga rimas con la buena intención y en donde la paz tomé el té con la paciencia.
Ahí en ese lugar hallaré mi destino.
Ahí donde la novia no le tema a la infidelidad ya que es un término que no conoce ni imagina; ahí donde el pobre es el más rico y donde el rico ama a su pobreza, ya que en ella conoce lo inmenso de la felicidad. Ahí donde el viento es la lluvia, la lluvia es el sol, el sol es la luna, la luna es la estrella y donde el ser no busca las diferencias sino las similitudes.
Ahí donde amar es un acto reflejo y la soledad agoniza en lo abstracto de la propia compañía; ahí donde el niño le enseña al adulto las enseñanzas que le contó el abuelo entre las sonrisas de una historia fabulada. Ahí donde la edad es la propia vida y las arrugas son alcancías de experiencia.
Ahí, en ese lugar, hallaré mi destino.
Ahí donde reírse es tan común como respirar; donde el hablar sede espacio al silencio; donde el loco es el médico del cuerdo; donde la discriminación es algo desconocido ya que el hermano es un igual y no alguien distinto.
Ahí donde las fronteras no existen y todos vivimos en un gran país llamado “Mundo”; donde las guerras son solo recuerdos de errores del pasado; donde los muertos descansan en la paz de lo eterno y ya no claman por justicia desde el secuestro de la impunidad. Donde las religiones se unieron en nombre de Dios y ya no se esmeran en dividirnos; ahí donde los contratos se cierran con la mano y donde la palabra es testamento.
Ahí, en ese lugar, hallaré mi destino
Ahí donde el peor de los pecados sea no haber alcanzado la felicidad; donde ser feliz no sea solo un momento; donde pueda quererte para siempre; donde el “para siempre” viva aun dentro de la tempestad; donde el amor me despierte cada mañana; donde cada mañana sea yo el que te despierte. Ahí, en ese lugar, hallaré mi destino.