
Por siglos las religiones se erigieron como las únicas e irremplazables y cada cual se autoproclamó como verdadera y aun más; en pos de esa verdad revelada, por entes divinos, cada cual ha cometido las mayores atrocidades de la historia del mundo…un mundo que muere en cada paso que da el hombre y que una vez ya muerto no se esmera en resucitar.
¿En donde quedó eso de “ama a tu prójimo como a ti mismo”? ¿Será que Dios se refería solamente a los de una religión? ¿O será que la idea de Dios (que obvio no supimos interpretar) era ama a todos por igual sin distinción de credos?
Que si sos musulmán no llegarás a conocer a Dios ya que has negado la luz de Cristo; si no pagas el diezmo no entrarás al cielo ya que este es visto como un “tiempo compartido”, en el que hay cuotas para alcanzarlo. Que recibir una transfusión es pecado y Dios prefiere la muerte a un traspaso de glóbulos rojos. Que el catolicismo es la única dirección hacia el edén; el resto de las religiones padecerán las tinieblas por necias y faltas de fe…¡¡¡Cuantas idioteces a las que Dios solo negaría!!!

Ni Judíos, ni Católicos, ni Budistas, ni Musulmanes, ni Hindúes, ni Protestantes, ni Umbandistas…solamente hermanos; nacidos en contextos diferentes, con idiomas distintos, con culturas dispares, con ideas revueltas, con deidades similares…solamente hermanos cuyo Dios pide siempre el mismo mensaje…AMOR Y SOLO AMOR.
Evidentemente hace desde que el mundo es mundo que no supimos interpretar ese mensaje. Y hablamos de virginidad; del forro como elemento satánico; de separados y divorcios; de Mahoma, de Jesús, del Papa, del Dalái Lama, Lutero…¿Será que lo importante era el mensaje y no tanto el mensajero? Quizás cuando interpretemos que lo importante es AMAR…dejemos de dividirnos, de pelear, de guerras sin sentido, de discusiones celestiales, de encíclicas retrogradas, de dogmas infundados, de pavadas clericales…quizás nos dejemos de dividir y nos unamos en una sola religión cuyo único mandamiento sea AMAR…un único Dios llamado AMOR…y una sola meta: el bien común.