
Anclados a la vida nos desesperamos por inspirar y que el aire nos haga sentir vivos. Dios cobra cuerpo en importancia, y es en el final donde las iglesias sortean indulgencias, prometiendo parcelas de eternidad y hectáreas de paraíso. Las catedrales se abarrotan de sueños celestiales y hasta los más ateos se ilusionan pensando en el edén.
Se abren los corrales de la imaginación y los cirujanos buscan la región anatómica para el alma. Los 21 gramos de espíritu se hacen cenizas en las balanzas del “adiós”; son sueños de irrealidad, que alimentan los deseos moribundos del que aferrado a la vida, a ella debe renunciar.
Las flores florecen mientras la muerte se esparce por los jardines de la resignación; el sol ilumina la noche de los exhaustos y riega de esperanzas los días venideros. En el final las utopías se palpan como ciertas y los sueños de eternidad son la más tangible realidad.

Morimos en el final…y regresamos al principio. Como el agua que se hace hielo, luego es agua, luego vapor y vuelve a ser agua. Somos un inicio y un fin; un día y una noche; el mar y el firmamento; la luna y el sol…somos polvo hecho vida y somos la vida hecha polvo…
Morimos en el final…y regresamos a un principio.
1 comentario:
Una vez mas me deleito con esas palabras...
Muchos besos a esa persona que detras de una sombra me acompaña en momentos de soledad incontenible..!
Te deseo lo mejor en este año que comienza!
Mis mejores deseos Garrik!
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