sábado, 13 de mayo de 2017

YO SOY SU SANGRE


El tiempo solo pasa sin parar; lo que ayer era un sueño hoy es realidad, y la realidad parece un sueño. El niño, el adolescente y el hombre se aúnan en un único grito que no deja de gritar un eterno gracias. Todo lo que soy tiene su impronta; todo en mí lleva su sello y en cada acto está su sangre.
A veces extraño esperar a mamá en el umbral de casa, y correr a su encuentro como lo haría la tempestad a la calma. A veces extraño las siestas; las tareas en la cocina; los mil abrazos y besos sin vergüenza; los retos, los mimos; a veces extraño no ser más un niño. La vida del adulto es más fría, más tenue, más solitaria…y aunque a veces uno reniegue de ello, ya no se puede volver atrás para abrigarse en un abrazo.
Extraño los desayunos con papá y la hermana; las charlas pre-colegio; las peleas a las piñas; los caballos; el fulbito en el comedor de casa. Porque aquella era “casa”, la casa de los papás es “la casa”; el verdadero refugio. Donde uno corría para sentirse a salvo; donde estaba la fuente para la solución de todos los problemas. Donde estaban mamá y papá. Extraño las idas al colegio; los partidos de futbol en el parque Urquiza. Extraño la niñez que dejo de ser.
Hoy la vida cambio; siempre en el viaje hacia delante, los recuerdos solo vuelven para mitigar el paso del tiempo. El sol hace más sombra, la vida pega más fuerte, la soledad te acompaña en cada decisión; dejaste de leer lo que escribían los viejos, para empezar a escribir vos la historia.
Hoy mientras imito a mi verdadero héroe, trato de escribir algo de lo que me enseño en las flores que crecen hoy en MI casa. Ojalá ser la mitad de mi mentor; la mitad de lo cariñoso y comprensivo de mi arquitecta. Solo hay que esperar…en mí está su sangre.
Hoy comienza la vida a doblar, si alguna vez se recibió, sin duda hay que devolver. Son las facturas que cobra la vida, y a las que uno debe pagar sin falta, antes de terminar el viaje. Hay un camino tranqueado y hay que tranquearlo hasta morir. Recto, íntegro, honesto, constante, perseverante…así fue el camino que me trazaron mis constructores. Que tatuaron a fuego el principio más importante de todos: ser un buen tipo. Ellos tuvieron también grandes mentores; recuerdos de Sicilia, llenos de rectitud, honestidad y fuerza. Consejos de amor, templanza, humildad y sencillez, que cruzan el océano y se resumen en la palabra: abuelos.
Hija si alguna vez lees esto, comprenderás que todo lo que soy me lo han enseñado. Que en mi corre la sangre de tus abuelos y de los míos. Que quien no se enorgullece de los suyos está perdido. Que la historia te forma, te templa, te rige, te acompaña y te consuela…siempre. Comprenderás el gran respeto y admiración siento por MIS “viejos”; y que yo soy su sangre.
Hija un día yo ocuparé ese lugar en vos…solo ruego a Dios dejarte tantas cosas como a mí me dejaron; y que en el final de tu viaje sientas tanta admiración hacia mí como yola siento hacia ellos. Yo seguramente ya habré comenzado el viaje eterno; pero desde donde esté, orgulloso voy a saber que fui al menos parecido a ellos. Y que también en vos…esta su sangre. Garrik

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